Este mes se reúnen en Copenhage un gran número de representantes políticos procedentes de algunos de los países más contaminantes del mundo, para renovar y pactar las estrategias comunes en la lucha contra el cambio climático de cara al 2020.
En esta ocasión, EEUU, único país que no ratificó el protocolo de Kioto bajo el mandato de Clinton ni Bush, participará en este encuentro mundial con la intención, por primera vez en su historia y tras haber reconocido, al fin, la importancia de evitar las consecuencias desastrosas que el cambio climático amenaza a todo el planeta, de reducir sus emisiones de Co2 y de desarrollar una economía sostenible fundamentada en el respeto por el medio ambiente.
Sin embargo, los problemas han surgido como resultado de los desacuerdos y la desconfianza mutua entre los grandes países desarrollados, como EEUU, China y Japón, entre otros, a la hora de negociar las condiciones presupuestarias y en materia de política energética, frenando cualquier posibilidad de avance en el trato.
Todo ello, sumado a la falta de medidas concretas por parte de la UE para, igualmente, combatir el efecto invernadero, hace temer que Copenhage vaya a convertirse en una mera declaración de intenciones antes que en un gran acuerdo internacional que supla las deficiencias que, en general, ha protagonizado el falso cumplimiento de protocolo de Kioto.
En esta ocasión, EEUU, único país que no ratificó el protocolo de Kioto bajo el mandato de Clinton ni Bush, participará en este encuentro mundial con la intención, por primera vez en su historia y tras haber reconocido, al fin, la importancia de evitar las consecuencias desastrosas que el cambio climático amenaza a todo el planeta, de reducir sus emisiones de Co2 y de desarrollar una economía sostenible fundamentada en el respeto por el medio ambiente.
Sin embargo, los problemas han surgido como resultado de los desacuerdos y la desconfianza mutua entre los grandes países desarrollados, como EEUU, China y Japón, entre otros, a la hora de negociar las condiciones presupuestarias y en materia de política energética, frenando cualquier posibilidad de avance en el trato.
Todo ello, sumado a la falta de medidas concretas por parte de la UE para, igualmente, combatir el efecto invernadero, hace temer que Copenhage vaya a convertirse en una mera declaración de intenciones antes que en un gran acuerdo internacional que supla las deficiencias que, en general, ha protagonizado el falso cumplimiento de protocolo de Kioto.
Y mientras los políticos discuten, el Amazonas, pulmón de la Tierra, pierde cada día una extensión equivalente a un campo de fútbol a causa de la deforestación incontrolada; se realizan pruebas nucleares oficiales y extraoficiales; dependemos de los combustibles fósiles, responsables de generar los gases que están dando lugar a veranos cada vez más calurosos e inviernos más fríos; los polos se derriten más de la cuenta, haciendo desaparecer ecosistemas enteros por la subida del nivel de los océanos y los cambios en las corrientes marinas; y, según un estudio reciente del Foro Humanitario Global, el cambio climático causa la muerte de 300.000 personas al año en los países pobres, víctimas inocentes de toda esta historia.
1 comentario:
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