Las amenazas se han cumplido. Cuando no podían caer más bajo, cuando la Gürtel no podía demostrar más que no cree en la Democracia y que le da igual coartar la libertad ciudadana, la derecha valenciana ha acabado forzando el cierre de las emisiones de TV3, la televisión pública catalana, en todo el territorio del País Valenciano, después de que cientos de miles de valencianas y valencianos hayamos disfrutado durante décadas de una programación de calidad que nos ha dejado recuerdos imborrables.
“Doraemon”, “Shin Chan”, “Bola de drac”, “Gat i Gos”, “Club Super 3” y muchos más, han sido series y programas, algunos exportados a otras televisiones públicas (también la valenciana) y privadas, que han marcado la infancia de muchísimos niños y niñas valencianos. Incluso para más mayores, los inicios de Andreu Buenafuente en “Una altra cosa”, el programa de humor “APM”, “Polònia” o las entrevistas nocturnas de Julia Otero han supuesto un acercamiento entre las culturas valenciana y catalana muy positivo, una manera agradable de conocer y apreciar la realidad catalana, en claro contraste con la escasa aportación que RTVV y Canal 9 han hecho al conjunto de la sociedad valenciana en pluralidad y conocimiento de la historia y cultura propias.
De largo es conocido el falso valencianismo del PP Gürteliano: un anticatalanismo españolista que habla en perfecto castellano, que no se identifica con la senyera valenciana, que recorta el presupuesto en educación y difusión de la lengua propia, que deja morir el patrimonio artístico, musical, paisajístico y cultural valencianos y que ataca y persigue a quienes reivindican, como lleva haciendo Acció Cultural del País Valencià, la defensa de la cultura y de la identidad valencianas, sancionando con multas de 600.000 euros a quienes creen en la libertad de expresión y en la promoción de la diversidad lingüística i cultural.
Pero que nadie se equivoque. Si finalmente (desde 2007 llevan intentándolo) han conseguido boicotear que veamos la TV3 no es por su catalanofobia visceral, sino porque TV3 representa la antítesis de lo que son: un modelo de televisión pública plural y democrática, crítica y gestionada para garantizar una programación de calidad que sí se atreve a denunciar la degradación democrática, la corrupción y falta de transparencia que se vive en Castellón, Alicante y Valencia, y que no tenemos por qué soportar más.
“Doraemon”, “Shin Chan”, “Bola de drac”, “Gat i Gos”, “Club Super 3” y muchos más, han sido series y programas, algunos exportados a otras televisiones públicas (también la valenciana) y privadas, que han marcado la infancia de muchísimos niños y niñas valencianos. Incluso para más mayores, los inicios de Andreu Buenafuente en “Una altra cosa”, el programa de humor “APM”, “Polònia” o las entrevistas nocturnas de Julia Otero han supuesto un acercamiento entre las culturas valenciana y catalana muy positivo, una manera agradable de conocer y apreciar la realidad catalana, en claro contraste con la escasa aportación que RTVV y Canal 9 han hecho al conjunto de la sociedad valenciana en pluralidad y conocimiento de la historia y cultura propias.
De largo es conocido el falso valencianismo del PP Gürteliano: un anticatalanismo españolista que habla en perfecto castellano, que no se identifica con la senyera valenciana, que recorta el presupuesto en educación y difusión de la lengua propia, que deja morir el patrimonio artístico, musical, paisajístico y cultural valencianos y que ataca y persigue a quienes reivindican, como lleva haciendo Acció Cultural del País Valencià, la defensa de la cultura y de la identidad valencianas, sancionando con multas de 600.000 euros a quienes creen en la libertad de expresión y en la promoción de la diversidad lingüística i cultural.
Pero que nadie se equivoque. Si finalmente (desde 2007 llevan intentándolo) han conseguido boicotear que veamos la TV3 no es por su catalanofobia visceral, sino porque TV3 representa la antítesis de lo que son: un modelo de televisión pública plural y democrática, crítica y gestionada para garantizar una programación de calidad que sí se atreve a denunciar la degradación democrática, la corrupción y falta de transparencia que se vive en Castellón, Alicante y Valencia, y que no tenemos por qué soportar más.
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