Escribo este artículo porqué me temo que estamos asistiendo a un espectáculo inquietante para algunos y, por otro lado, nada sorprendente por parte de otros.
Hace unos días, la número dos y Secretaria General del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, quizá inconsciente de sus palabras y presa del nerviosismo, afirmaba con rotundidad que el Gobierno, respaldado por el Partido Socialista, anda detrás de una trama conspirativa contra el PP al más puro estilo de Richard Nixon y el famoso escándalo Watergate.
No satisfecha con ello, de Cospedal, que algunos llegan a calificar de “política de raza, honesta e inteligente”, cargaba el ambiente político con algunas de las acusaciones más graves que se pueden hacer contra un Gobierno y contra el Estado de Derecho. Aseguró, sin pruebas, por supuesto, que el Gobierno, a través de la Fiscalía, “persigue”, como si de un Estado Policial se tratara, “¡¡MÁS al Partido Popular que a ETA!!” ¿Cómo se supone que debemos sentirnos tras escuchar estas tremebundas palabras? No lo entiendo, impresentable.
Quiero pensar, aunque me cuesta muchísimo hacerlo, que el motivo que ha llevado al PP a desprestigiar de una forma tan grotesca, cínica e hipócrita a jueces, policías y, en su conjunto, a todo un Sistema Democrático y Social de Derecho, se relaciona con el imperante cerco que vienen padeciendo desde hace meses algunos de sus miembros, resultado de una de las mayores tramas de corrupción política que está salpicando, si no empapando, a una parte importante de la columna vertebral del Partido Popular.
Que todo este asunto deriva de la desesperanza de un Partido que busca salvar los muebles en un momento en el que se sienten capaces de alcanzar con la punta de los dedos el poder, en un contexto difícil para cualquier Ejecutivo, cuando las encuestas apuran porcentajes a su favor y la fiebre de las Europeas continúa presente. Felipe González lo sabe muy bien.
Sería inaceptable, sucio y obsceno pensar que todo este circo, esta bochornosa desvergüenza por parte de unos pocos, responde a una estrategia desesperada del “todo vale” orientada a crispar, insultar y cuestionar lo incuestionable, si se cree en la política y en la decencia, con tal de propagar la confusión y la duda entre las clases populares, que una vez más se ven afectadas por la desfachatez de una parte fuerte de la clase política española cada vez más deteriorada por culpa de quienes se resignan a aceptar y respetar la alternancia política, cierran filas protegiendo a delincuentes y a sus amigos y actúan acorde a sus ambiciones e intereses personales en lugar de hacerlo en pro del bienestar general de la gente.
Espero, por el bien de la salud política de este país y por la honradez y dignidad de millones de ciudadanos y ciudadanas que votan al PP, que mis sospechas sean ciertas. Lo espero, porqué me niego a cuestionar la credibilidad democrática del principal partido de la oposición, me niego a reconocer la sombra del Caudillo entre sus siglas y la figura del aguilucho en su simbología, me niego a condenar y desconfiar de una ideología que, aunque hiciera mucho daño en el pasado, se auto-proclama en la actualidad “de centro moderado”, “constitucional y democrática”. Quién sabe, quizá mi optimismo y mi fe solo sea una ilusión, o quizá no.
Hace unos días, la número dos y Secretaria General del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, quizá inconsciente de sus palabras y presa del nerviosismo, afirmaba con rotundidad que el Gobierno, respaldado por el Partido Socialista, anda detrás de una trama conspirativa contra el PP al más puro estilo de Richard Nixon y el famoso escándalo Watergate.
No satisfecha con ello, de Cospedal, que algunos llegan a calificar de “política de raza, honesta e inteligente”, cargaba el ambiente político con algunas de las acusaciones más graves que se pueden hacer contra un Gobierno y contra el Estado de Derecho. Aseguró, sin pruebas, por supuesto, que el Gobierno, a través de la Fiscalía, “persigue”, como si de un Estado Policial se tratara, “¡¡MÁS al Partido Popular que a ETA!!” ¿Cómo se supone que debemos sentirnos tras escuchar estas tremebundas palabras? No lo entiendo, impresentable.
Quiero pensar, aunque me cuesta muchísimo hacerlo, que el motivo que ha llevado al PP a desprestigiar de una forma tan grotesca, cínica e hipócrita a jueces, policías y, en su conjunto, a todo un Sistema Democrático y Social de Derecho, se relaciona con el imperante cerco que vienen padeciendo desde hace meses algunos de sus miembros, resultado de una de las mayores tramas de corrupción política que está salpicando, si no empapando, a una parte importante de la columna vertebral del Partido Popular.
Que todo este asunto deriva de la desesperanza de un Partido que busca salvar los muebles en un momento en el que se sienten capaces de alcanzar con la punta de los dedos el poder, en un contexto difícil para cualquier Ejecutivo, cuando las encuestas apuran porcentajes a su favor y la fiebre de las Europeas continúa presente. Felipe González lo sabe muy bien.
Sería inaceptable, sucio y obsceno pensar que todo este circo, esta bochornosa desvergüenza por parte de unos pocos, responde a una estrategia desesperada del “todo vale” orientada a crispar, insultar y cuestionar lo incuestionable, si se cree en la política y en la decencia, con tal de propagar la confusión y la duda entre las clases populares, que una vez más se ven afectadas por la desfachatez de una parte fuerte de la clase política española cada vez más deteriorada por culpa de quienes se resignan a aceptar y respetar la alternancia política, cierran filas protegiendo a delincuentes y a sus amigos y actúan acorde a sus ambiciones e intereses personales en lugar de hacerlo en pro del bienestar general de la gente.
Espero, por el bien de la salud política de este país y por la honradez y dignidad de millones de ciudadanos y ciudadanas que votan al PP, que mis sospechas sean ciertas. Lo espero, porqué me niego a cuestionar la credibilidad democrática del principal partido de la oposición, me niego a reconocer la sombra del Caudillo entre sus siglas y la figura del aguilucho en su simbología, me niego a condenar y desconfiar de una ideología que, aunque hiciera mucho daño en el pasado, se auto-proclama en la actualidad “de centro moderado”, “constitucional y democrática”. Quién sabe, quizá mi optimismo y mi fe solo sea una ilusión, o quizá no.
2 comentarios:
Son el partido más corrupto de España y lo que les molesta es que este gobierno haya puesto a trabajar a la fiscalía y que se tenga un Fiscal Anticorrupción.
Señora de Cospedal, en este país un teléfono solo se pincha por orden de un juez, y los jueces orden pincharle el teléfono al bigotes, al albondiguilla y toda la trama de corruptos que les rodean. Si les han pinchado el teléfono a ustedes no es porque el gobierno lo ordene, sino porque lo ordena un juez que lucha contra la corrupción.
Que en este país el partido más corrupto de España sea el suyo no es culpa ni del gobierno, ni de los jueces ni de la policía.
Cuando esta habla sube el pan. "Me encanta" el victimismo demagógico y por lo tanto barato y sin sentido que nos venden desde el PP; ¿qué son más perseguidos que ETA? Con comentarios así pierden la pizca de veracidad y respeto que les pueda quedar.
Publicar un comentario