La huelga de MetroMadrid ha abierto de nuevo el debate “servicios mínimos versus derecho a huelga”, sobre la falta de regulación y sobre los valores de la lucha sindical por defender un empleo y sueldo dignos.
Un caso parecido puede ocurrir en Valencia, donde hace años que se llevan produciendo huelgas de trabajadores de la EMT y MetroValencia ante el recorte de salarios, pagas y eliminación de sus derechos, vulnerando así sus pactados convenios laborales; y ante la oscura gestión, incompetente y autoritaria, de la dirección de estas empresas, así como del Ayuntamiento y la Generalitat; que, por otra parte, se niegan a negociar con la representación sindical.
La Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento de Valencia son noticia por ser responsables del bajo nivel y mala calidad del transporte público en la ciudad de Valencia. Un lamentable ejemplo de ello es que, cumplidos cuatro años desde el todavía no esclarecido accidente de metro en Valencia, el más grave de Europa, no se ha puesto un solo euro para mejorar el servicio y la seguridad de las vías.
Mientras los directivos de la EMT cobran sueldos astronómicos, las y los ciudadanos valencianos soportamos uno de los peores servicios públicos de transporte del país y de Europa, que no está a la altura de una ciudad como Valencia. Esto no sólo lo vive la gente, también es una reivindicación de los trabajadores/as. Lenta frecuencia de paso, altos precios, escasos servicios especiales, barrios aislados, precariedad laboral…
Desde hace años, empleados/as de la EMT y FGV, aun imponiéndoseles unos servicios mínimos totalmente abusivos desde la Consellería de Treball (68%), violando el Derecho Constitucional a huelga; y bajo la presión y amenazas de la dirección de EMT y FGV, exigen unas condiciones laborales dignas y respetuosas con la ley. Viéndose en la obligación, ante la indiferencia de sus superiores, de utilizar la alternativa de huelga.
Que se deslegitime, se manipule y se criminalice injustamente esta manera (muchas veces desesperada) de reivindicar nada más que un empleo digno que permita mantener una familia y tener una calidad de vida decente, tan sólo puede deberse a una forma necia, egoísta y superficial de valorar la importancia de estos mismos derechos. Porque todos somos trabajadores, alguna vez, en algún momento, tendremos que recurrir a la huelga para defender nuestros derechos.
Un caso parecido puede ocurrir en Valencia, donde hace años que se llevan produciendo huelgas de trabajadores de la EMT y MetroValencia ante el recorte de salarios, pagas y eliminación de sus derechos, vulnerando así sus pactados convenios laborales; y ante la oscura gestión, incompetente y autoritaria, de la dirección de estas empresas, así como del Ayuntamiento y la Generalitat; que, por otra parte, se niegan a negociar con la representación sindical.
La Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento de Valencia son noticia por ser responsables del bajo nivel y mala calidad del transporte público en la ciudad de Valencia. Un lamentable ejemplo de ello es que, cumplidos cuatro años desde el todavía no esclarecido accidente de metro en Valencia, el más grave de Europa, no se ha puesto un solo euro para mejorar el servicio y la seguridad de las vías.
Mientras los directivos de la EMT cobran sueldos astronómicos, las y los ciudadanos valencianos soportamos uno de los peores servicios públicos de transporte del país y de Europa, que no está a la altura de una ciudad como Valencia. Esto no sólo lo vive la gente, también es una reivindicación de los trabajadores/as. Lenta frecuencia de paso, altos precios, escasos servicios especiales, barrios aislados, precariedad laboral…
Desde hace años, empleados/as de la EMT y FGV, aun imponiéndoseles unos servicios mínimos totalmente abusivos desde la Consellería de Treball (68%), violando el Derecho Constitucional a huelga; y bajo la presión y amenazas de la dirección de EMT y FGV, exigen unas condiciones laborales dignas y respetuosas con la ley. Viéndose en la obligación, ante la indiferencia de sus superiores, de utilizar la alternativa de huelga.
Que se deslegitime, se manipule y se criminalice injustamente esta manera (muchas veces desesperada) de reivindicar nada más que un empleo digno que permita mantener una familia y tener una calidad de vida decente, tan sólo puede deberse a una forma necia, egoísta y superficial de valorar la importancia de estos mismos derechos. Porque todos somos trabajadores, alguna vez, en algún momento, tendremos que recurrir a la huelga para defender nuestros derechos.
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