24 de junio de 2010

¿Orgullo heterosexual?


Este mes de Junio, coincidiendo casi con la tradicional “nit de San Joan”, vuelve a celebrarse en Valencia el famoso desfile del orgullo LGTB, una cita a la que el col.lectiu Lambda acude este año con el lema contra la transfobia: “Transsexuals amb drets, ja!”.

Para quienes todavía a estas alturas anden desinforma@s, y contra quienes critican desde la fobia y la ignorancia este tipo de manifestaciones en pro de los derechos de este colectivo históricamente discriminado, criminalizado y perseguido, conviene recordar el por qué de esta legítima, necesaria y principalmente festiva manifestación, y lo absurdo de reclamar un “día del orgullo heterosexual”.

Aunque hace años que la ciencia desmintió que la homosexualidad, bisexualidad y transexualidad fueran enfermedades o trastornos psicológicos (consultar el catálogo DSM-V y OMS), defendiéndose así la libertad de orientación e identidad sexual frente a los prejuicios, determinismos convencionales y al fanatismo religioso, continúan habiendo, a día de hoy, países donde sentir amor por alguien de tu mismo sexo está castigado con la pena de muerte.

Sin olvidar los muchos lugares del mundo donde salirse del falso “protocolo de relaciones amorosas y sexuales” conlleva algún tipo de multa, amonestación o condena legal y social, en forma de leyes contra la homosexualidad, transexualidad, etc. o llegando a significar una deshonra para la familia.

Incluso en aquellas sociedades donde afortunadamente se ha evolucionado hacia posturas más comprensivas, tolerantes y abiertas acerca de las múltiples maneras que tenemos los y las seres humanos de manifestar amor y cariño, individuos conservadores continúan vociferando prejuicios desde el desconocimiento, limitando los derechos humanos a personas cuyo único delito es salirse de la injusta norma social que impone cómo “se debe amar”, imponiendo así sus valores, su moral y su ignorancia contra quienes sienten de forma diferente.

Además, existen grupos y corrientes políticas que niegan y boicotean la ampliación de derechos y libertades del colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, cuando no los limitan; que justifican su discriminación y que, desde un profundo sentimiento retrógrado, prohíben su bienestar y niegan su felicidad.

Por ello, también los y las heterosexuales, que nunca hemos sufrido por serlo, debemos manifestar públicamente que la libertad sexual y la libertad de amar son algo ante todo natural y en absoluto dañino, que el amor no es cuantificable, ni puede establecerse como una norma; siendo, al contrario, la máxima expresión de la felicidad humana y reflejo de una sociedad libre.

13 de junio de 2010

Tragicomedia


Los ciudadanos y ciudadanas asistimos perplejos a un escenario desolador en lo económico, y a una crisis psicológica de identidad en lo político. Algunos incluso podrían afirmar que, por un momento, los dos principales partidos políticos en España han intercambiado sus papeles, como si de una tragicomedia estuviésemos hablando.

La última encuesta del CIS vuelve a reflejar el malestar general de la población, que sigue suspendiendo a la clase política y considera en primer lugar, con un 80%, al paro como principal problema del país, junto con la situación económica (51%). ¿Qué se está haciendo mal?

A nivel económico, un Gobierno respaldado por el partido que acaba de celebrar 100 años enviando a los y las representantes de la clase trabajadora al parlamento español, el Partido Socialista Obrero Español, está decidiendo aplicar medidas muy polémicas y difíciles de explicar desde la izquierda, para tratar de sobrevivir al huracán de la crisis del capitalismo neoliberal.

Se argumenta que “son necesarias para asegurar el futuro del país”, que “ayudarán a sostener el Estado de Bienestar” y que responden a “criterios europeos que el resto de países están también aplicando”. Todo ello sin el necesario debate interno, social y político que cabría esperar de un partido que ha apostado siempre por el diálogo a la hora de hacer política. Errar es humano y rectificar de sabios; pero defender lo que uno no se acaba de creer, nunca puede ser positivo.

Por otro lado, la derecha española va a necesitar mucho tratamiento terapéutico para recordar quién es y qué quiere hacer para afrontar el presente y el futuro. Sus propios colegas europeos no entienden, incrédulos, que el PP haya votado en contra de aquellas medidas que gobiernos como el de Angela Merkel, Sarkozy o el nuevo primer ministro conservador inglés, David Cameron, van a llevar a cabo en sus países.

Y que de Cospedal diga el ridículo que “el partido social y progresista de los trabajadores y trabajadoras se llama Partido Popular”, no sólo es un chiste merecedor de la portada de El Jueves, sino que es la prueba de que la derecha no tiene un proyecto propio alternativo al PSOE, que se desviven por las encuestas y que su discurso y estrategia responde a una total falta de principios, seriedad y compromiso real con la gente. No sé a dónde irán a parar, pero desde luego no va a ser a la Moncloa.