19 de julio de 2009

Homosexualidad, nada extraño

“Homosexualidad y familia” es un libro dirigido principalmente a personas cuya orientación sexual difiere de la convencional heterosexualidad (ya sean homosexuales, bisexuales o transexuales) y a sus familias, especialmente padres y madres, a profesionales encargados de dar consejo y trabajar con esta minoría social y al conjunto de la sociedad en general.

Se trata de una extensa reflexión acerca del origen de la orientación del deseo homosexual/bisexual y de la evolución que ha experimentado a lo largo de la historia hasta nuestros días, tratando de desmitificar, desde el conocimiento científico, falsas y negativas creencias populares hacia este colectivo, planteando el tema con una perspectiva abierta, tolerante y solidaria. Dentro de esta meditación, el libro aborda temas tan polémicos como el matrimonio homosexual o la posibilidad de que parejas homoparentales adopten, que más adelante comentaremos.

En primer lugar, se deja claro que la homosexualidad es simplemente una forma más que los humanos tenemos de relacionarnos y de vivir nuestra sexualidad en libertad, es algo que la ciencia ha demostrado compatible con la salud personal y social (al margen de problemas derivados de la presión social a la que están sometidos la mayoría de homosexuales, como ansiedad o depresión) desmintiendo su supuesto origen como enfermedad o trastorno psicológico y siendo incapaz de explicar la raíz de la orientación del deseo desde cualquier punto de vista.

Teniendo en cuenta esto, es importante señalar que, debido al desconocimiento acerca de la elección del deseo sexual, el hecho de que existan personas cuya orientación cambie en el tiempo o se consideren bisexuales, no debe ser motivo de discriminación alguna, pues, como se ha dicho, hablamos de algo compatible con la salud personal y social y algo que, quien lo experimenta, no elige voluntariamente.

Desde siempre se ha considerado la homosexualidad como una “desviación de lo natural”, llegando a ser clasificada hasta no hace mucho como patología médica. No son pocos los prejuicios que han sido y son vertidos sobre este colectivo, fundamentados, por una parte, en la ignorancia de quien ha sido educado en el temor y rechazo hacia los homosexuales desde la visión ortodoxa de la religión o ideología conservadora, unido a la transmisión de múltiples ideas populares homófobas e irracionales.

La homofobia, como tal, se basa en el sentimiento de miedo y rechazo hacia los homosexuales, sin ninguna justificación científica. También conviene mencionar que el hecho de acatar los llamados “roles sociales” de una comunidad es una importante fuente de posible rechazo hacia personas homosexuales (o no) que no se sienten identificadas en tales roles, de ahí la importancia de educar en igualdad y eliminar la idea del “hombre macho” y “mujer femenina”, pues sólo así conseguiremos que la sociedad y las propias personas homosexuales se acepten y convivan satisfactoriamente.

Uno de los grabes problemas que conlleva la homofobia es la manera en que los padres de hijos o hijas homosexuales encaran la homosexualidad de sus hijos, pues no son pocas las historias de familias rotas y enemistadas por el trauma que supone para muchos padres esta noticia. Es por ello por lo que se les debe facilitar información para eliminar de sus mentes falsas y erróneas ideas hacia la homosexualidad, hacerles ver que lo único que han de tener presente es, ante todo, el bienestar de sus hijos, darles el cariño y amor incondicional que sólo se recibe de los padres, ya que sólo de esta manera se alcanzará una relación satisfactoria con los hijos y conseguirán quitarles una parte de la pesada carga que desgraciadamente todavía hoy día soportan.

También, pensando en los propios hijos homosexuales, es necesario enseñarles y educarles desde niños (niños en general) para que aprendan a reconocerse y valorarse a sí mismos, su orientación sexual, sin temor y con seguridad. Es triste que todavía hoy, en una sociedad cada vez más abierta y tolerante ante estos temas antiguamente tabúes, exista tal miedo al rechazo y a la discriminación por ser de una determinada orientación del deseo, que no pocos homosexuales se fuerzan a no reconocerse como tales.

Por otra parte, la reciente Ley que permite el matrimonio homosexual, así como la capacidad de adoptar y tener hijos, ha despertado gran polémica en la sociedad internacional y más concretamente en España, de importante tradición católica. El rechazo a estas leyes por parte de un amplio sector de la población refleja que aún queda mucho camino por hacer para lograr la efectiva igualdad en derechos de todos los ciudadanos, pues no dejan de ser posturas homófobas que obstaculizan el bienestar del colectivo homosexual e ideologías que, si bien es cierto que actualmente el respeto por los homosexuales está bastante consensuado, representan una clara hipocresía por parte de aquellos que ponen “peros” a este colectivo en materia de igualdad, dando a entender que aceptan la realidad homosexual, pero considerándolo algo que “se sale de lo normal”, que “es raro y erróneo”.

Primeramente, tanto personas heterosexuales, homosexuales o bisexuales, tienen el mismo derecho a tener pareja y disfrutar de una relación de afecto y amor mutuo, la única diferencia es que unos satisfacen esa legítima necesidad emocional con personas de su mismo sexo y otros con persona de sexo contrario.

La Constitución Española de 1978 condena cualquier tipo de discriminación, también sexual, y defiende la aconfesionalidad de las leyes promulgadas, de manera que las posturas homófobas, tanto civiles como religiosas, no debieran intervenir a la hora de dictar una ley que pretende garantizar un derecho legítimo a un colectivo minoritario merecedor del máximo respeto.

Por otro lado, el tema de la posibilidad de tener hijos o la adopción por parte de parejas o personas solteras homosexuales también ha suscitado todo tipo de comentarios y debates al respecto. Comenzando por la aclaración de que no existe un solo tipo de familia (padre-madre-hijo/s) ni familias “normales” y “no normales”, sino que la sociedad debe avanzar y valorar que pueden haber familias mono-parentales, heterosexuales y, por qué no, también homosexuales y que ello no conlleva ningún problema para la sociedad ni para el adecuado desarrollo de los hijos.

El pilar que debe sustentar una familia es el del amor y el cariño entre sus miembros, que los hijos tengan el apoyo incondicional de sus padres, se sientan queridos y protegidos en el entorno familiar y que ello sea visto como algo normal es necesario que sea considerado por todos nosotros.
Cabe puntualizar en este punto, que el colectivo homosexual no debe reclamar su derecho instrumentalizándolo, sino que, en primer lugar, se ha de reflexionar si se tiene la voluntad y la capacidad adecuadas para cuidar de un niño, protegerlo y darle el amor y la educación necesaria que requiere.

Finalmente, y para concluir, hacer mención a la necesidad urgente de educar a nuestros niños y niñas en el valor del respeto a lo diferente y la tolerancia, la igualdad en los roles sociales y la capacidad de aceptar, por supuesto, la realidad palpable de la homosexualidad en el día a día, sin inculcarles prejuicios ni ideas falsas al respecto.

Por otro lado, el Gobierno, desde sus competencias, debe velar para que medios de comunicación, escuelas y leyes reflejen el compromiso por la igualdad de derechos que nuestra Constitución, la de todos, dice asegurar, pero que en la práctica muchas veces no ocurre de la mejor manera; así como conseguir eliminar tabúes entorno a la homosexualidad.

Es pues, por lo que sólo de esta forma se conseguirá una sociedad más justa, más igualitaria, más respetuosa y con una mejor convivencia. Es algo que ya se está viendo, pero es vital que todos avancemos en la misma dirección para que este proyecto resulte provechoso para toda la población.

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