21 de diciembre de 2011

El poder de la situación

¿Nos comportamos de la misma manera en grupo que individualmente? ¿Qué factores influyen a la hora de explicar nuestra conducta social? ¿Actuamos siguiendo los dictados de la masa o prevalece por encima de todo nuestra opinión personal, creencias, nuestra personalidad?

Para conocer mejor el significado de la expresión “poder de la situación”, nos hemos apoyado en el visionado de reportajes, entrevistas a profesionales, lectura bibliográfica e incluso películas que, en conjunto, completan la definición de lo que entendemos acerca de la influencia social del grupo sobre el individuo.

Desde siempre la Psicología Social se ha interesado, entre otras cuestiones, por investigar cómo el individuo se relaciona con su entorno, cómo el contexto en el que se desenvuelve afecta a su conducta, teniendo en cuenta que existen diferencias evidentes entre cómo nos comportamos o pensamos individualmente y cuando lo hacemos en presencia de otros/as (por ejemplo, no nos comportamos igual viendo un evento deportivo en solitario que en compañía).

Partiendo de los estudios sobre el liderazgo de Lewin durante el siglo XX, diferentes personalidades importantes se han lanzado a investigar este fenómeno desde un punto de vista científico psicológico, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, tratando de dar explicación al auge de los totalitarismos políticos durante los oscuros años europeos, en gran parte legitimados socialmente.

En este sentido, al margen de los trabajos de Theodor Adorno, Erich Fromm o Wilhelm Reich sobre lo que llamaron la “personalidad autoritaria”, el “miedo a libertad”, o la “psicología de las masas del fascismo”, que arrojaron un poco de luz sobre el por qué de aquella sumisión de la sociedad alemana ante la barbarie nazi, o el silencio ante los crímenes del fascismo italiano, llama la atención el famoso estudio llevado a cabo por Milgram en la época de los años 70 sobre la obediencia.

Más del 65% de las personas participantes en su experimento cumplieron con la orden directa del investigador (figura de autoridad) de infligir una (falsa) descarga eléctrica mortal a un desconocido tras fallar en la realización de una tarea determinada. ¿Por qué esta conducta?

Destaca también el polémico experimento de la cárcel de Stanford con estudiantes, llevado a cabo por el profesor y psicólogo social Philip Zimbardo a principios de los años 80 en Estados Unidos.

Zimbardo puso de manifiesto que, ante una situación límite, nos comportamos de manera diferente cuando nos presiona el llamado “poder de la situación”. Hasta la mejor persona puede acabar realizando acciones crueles y violentas en un momento dado.

Cabe mencionar la reciente entrevista en el programa televisivo ‘Redes’, de difusión científica, al profesor Zimbardo, titulado “La pendiente resbaladiza de la maldad”.

En el programa, el famoso Eduard Punset pregunta a Zimbardo fundamentalmente por su polémico experimento sobre el poder de la situación, así como su libro “El efecto lucifer”, analizando las causas y consecuencias de lo que pudo observar entonces. Una experiencia emocionalmente dura, que incluso se ha llevado al cine con la película alemana Das Experiment (El experimento) del director Oliver Hirschbiegel, rodada en el año 2001.

Esta película muestra a un grupo de psicólogos queriendo realizar un estudio de la vida en la cárcel. En la universidad de Standford decidieron estudiar la conducta de la represión y la obediencia, reclutaron un numero de voluntarios, aleatoriamente los dividieron entre guardias y reclusos, y montaron una cárcel en una parte del departamento.

La cosa se les fue de las manos... Los guardias empezaban a ser crueles de verdad (psicológicamente, que no llego a más), a jurar que los presos "se lo merecían", los presos empezaban a dudar de si de verdad era experimento o los habían metido presos, hubo intentos de motines, gente con colapsos nerviosos, otro que perdió completamente el concepto de autoestima, etc...

Sin embargo, las críticas hacia la película señalan que, si bien toma esta base argumental para al principio ceñirse a la historia real, más tarde desbarra hacia el "espectáculo" gratuito.

También podemos hablar de otra película muy difundida entre profesionales de la psicología, pedagogía y hasta magisterio que se adentra en este fenómeno de la influencia social. Nos referimos a la producción cinematográfica, también alemana, “Die Welle” (La Ola), del director Dennis Gansel.

Esta película, ambientada en la Alemania actual, narra la historia del profesor de instituto Rainer Wenger (Jürgen Vogel) al que se le ocurre la idea de un experimento que explique a sus alumnos cuál es el funcionamiento de los gobiernos totalitarios. Comienza así un experimento que acabará con resultados trágicos.

En apenas unos días, lo que comienza con una serie de ideas inocuas como la disciplina y el sentimiento de comunidad se va convirtiendo en un movimiento real: LA OLA. Al tercer día, los alumnos comienzan a aislarse y amenazarse entre sí.

Cuando el conflicto finalmente rompe en violencia durante un partido de water polo, el profesor decide no seguir con el experimento, pero para entonces es demasiado tarde, LA OLA se ha descontrolado...

La conclusión a la que llegan Punset y Zimbardo, es que las y los seres humanos no es que nazcamos siendo “buenos” o “malos” por naturaleza, sino que poseemos mayoritariamente la capacidad empática propia de los seres sociales que somos, pero indudablemente también poseemos la capacidad de hacer el mal, de ser violentos, de actuar haciendo daño. Según Zimbardo, es la situación, junto a otras más variables, lo que determina el cómo de nuestra conducta, lo que determina que una persona aparentemente normal, incluso “ejemplar” moralmente hablando, pueda llegar a cometer acciones terribles que jamás pensaríamos que podría cometer.

Un ejemplo clásico de esta reflexión tiene que ver con la dura realidad de un conflicto bélico, en donde el ser humano se encuentra en una situación extrema, donde está en juego su vida, la de sus amistades y familia, su hogar, situaciones de vida o muerte donde se llevan a cabo auténticas barbaridades por parte de personas a otros individuos, y qué decir tiene cuando se trata además de guerras civiles.

En cualquier caso, son numerosos los estudios y expertos/as que no acaban de confiar en esta supuesta “despersonalización” individual que ocurre ante situaciones determinadas, en las que cambiamos nuestra conducta para adaptarnos a las circunstancias, muchas veces “sin darnos cuenta” o sin ser conscientes de nuestros actos (erros fundamental de atribución).

En mi opinión, son variables como, evidentemente, el tipo de situación, pero también variables de personalidad, de género, edad, cultura, las que determinarán en última instancia nuestra conducta social. Una simbiosis entre elementos individuales-grupales interrelacionados cuyo equilibrio muchas veces es incierto, difícil de alcanzar por la complejidad de componentes que intervienen.

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