17 de septiembre de 2009

La letra, con sangre entra


Recientemente, Esperanza Aguirre anunció su intención de, por la vía legislativa, otorgar a profesores y profesoras de la Comunidad de Madrid el rango de “autoridad pública”, rango que, a día de hoy, ostentan jueces o policías, que gozan de “presunción de veracidad”, a cuya agresión se castiga con hasta cuatro años de prisión.

Según el Gobierno regional madrileño, esta dura medida se tomará a raíz de varias agresiones, insultos y presión a la que se están sometidos y sometidas no pocos profesores y profesoras de varios centros educativos de la región.

Es una medida que, dicen, está pensada para “fomentar la disciplina y aumentar la autoridad de los docentes”, algo que viene defendiendo a ultranza la derecha española como solución para todos los ámbitos de carácter social, es decir, aumentar la mano dura e ignorar el problema de fondo. Pudiendo emplear la violencia, ¿para qué el diálogo?

Por supuesto, esta polémica iniciativa no ha sido consensuada ni debatida debidamente por todos los grupos parlamentarios que estructuran el parlamento de Madrid, faltaría más que, teniendo mayoría absoluta la derecha de extremo-centro popular, fueran a pedir la opinión del resto de partidos políticos. Son así de chulos ellos.

Por otro lado, se le ha recordado a la lideresa que lo que ella pretende, elevar a la categoría de autoridad pública a los profesores madrileños, esta fuera de sus competencias, ya que es el Estado el único capaz de realizar dicha reforma legal, mediante su tramitación como ley orgánica.

De todos modos, el tema es el de siempre, el de la dicotomía característica de este país, en donde unos consideran que la represión, la autoridad y la prohibición es la mejor manera de tener una sociedad libre y justa, en bienestar; y quienes abogamos por una sociedad dialogante, sin prejuicios, tolerante y preocupada por atajar los problemas de raíz en vez de perseguir, castigar y condenar las consecuencias que muchas veces el propio sistema origina.

España necesita urgentemente mejorar su sistema educativo, y para ello la única solución que se ha visto eficaz y adecuada es la de tener mejores y competentes profesores/as, más formados/as y mejor entrenados/as para impartir sus conocimientos de la manera más pedagógica posible; un buen sistema universitario que forme buenos docentes, preparados/as, con ilusión y técnicas de enseñanza punteras que estimulen y motiven a los y las estudiantes para que aprender no sea un esfuerzo, sino una oportunidad de mejorar.

La solución no pasa por aumentar la autoridad o la disciplina, ambos valores necesarios pero que no pueden imponerse por la fuerza, porqué entonces se cronificará el problema, convirtiendo un aula en casi una Tiranía totalitaria donde no hay hueco para la crítica constructiva. Pero qué lástima que para esto no haya dinero, ¿verdad?


Si queremos tener mejores alumnos y alumnas, sin duda deberemos invertir en futuro y en una educación de calidad, con óptimas instalaciones, con los mejores profesionales de la enseñanza, pero también con una reforma estructural de la sociedad que haga despertar en los jóvenes el interés por el conocimiento, las ganas de saber, el valor del esfuerzo y la suma importancia que supone tener un buen espíritu crítico, propio de individuos autónomos y, en definitiva, personas y espíritus libres.

4 comentarios:

Gabriel Salinas dijo...

Estoy de acuerdo parcialmente Carlos. Si bien es cierto que quizás esta no sea una competencia autonómica, lo que no se puede negar es la realidad de las aulas en España, y son muchos los profesores que sufren acoso y violencia por parte de los alumnos. Volver a esos maestros a la antigua usanza con rígidas reglas de madera para castigar a los estudiantes, es afortunadamente, cosa del pasado. Lo que tampoco puede ser es que sean ahora (algunos) los alumnos que empuñen la regla. Por ello creo que el profesor si merece tener autoridad, no digo que aumente esta, pues en muchos casos, está ausente. No se trata de armar a los profesores con objetos y capacidades represivas para con los alumnos, sino de otorgarles protección ante ciertos abusos por parte del alumnado. En cuanto a reforma educativa...en fin, de eso podríamos hablar muuucho. Pero creo que el análisis que haces, es demasiado superfluo, todo buenas palabras sí, y posiblemente, muchos coincidamos en los objetivos, el tema está en como alcanzarlos. ¿Cómo se incentiva el esfuerzo?¿Es que todo el mundo tenga como objetivo ser universitario?¿Cuáles son las aspiraciones laborales de los estudiantes?¿Dónde está el espíritu emprendedor?¿Existe un sistema de becas justo y eficiente, o se trata de un claro caso de "café para todos"?¿Un ordenador por alumno es mejor inversión que un buen profesor por aula?¿Garantizan las oposiciones realmente, sin ningún tipo de revisión posterior tras la adquisición de la plaza, la calidad de los docentes? Podría segir con decenas de cuestiones más, por lo que te animo a que reflexiones sobre ello, y publiques un artículo, porque el tema, para mí, es (y nunca mejor dicho) la gran asignatura pendiente de España.

Carlos Manzana dijo...

He defendido que la autoridad y la disciplina son necesarias en un ámbito como el Académico, ya que hablamos de una responsabilidad, una importante responsabilidad como es la formación estudiantil de los jóvenes, y se trata, por tanto, de algo serio.

Pero también creo que un profesor no es respetado por ser profesor, sino por ser un BUEN profesor, un buen profesional que sabe enseñar, que sabe transmitir motivación y formas entretenidas y pedagógicas de dar clase. El cómo deberemos preguntárselo a los pedagogos y a quienes enseñan a enseñar, a quienes evalúan las capacidades de un profesor, tanto antes de salir a la calle como mientras imparte, que se pida la opinión de los alumnos también, y de los padres.

Es cierto que debe de dárseles protección, pero de ahí a lo que compartes conmigo, de volver a las formas medievales de dar clase, hay un abismo. De todos modos no estoy al tanto de la legislación en torno a los profesores, si poseen alguna especifidad en sus derechos laborales y demás.

Desde luego, mejorar el sistema educativo es una tarea que España lleva arrastrando desde hace mucho, pero poco a poco creo que se van dando pasos. El sistema de becas esta mucho mejor que hace 10 años, pero sigue siendo necesario mejorarlo; la FP es una salida que cada vez tiene más adeptos; la Universidad sigue teniendo demanda, y se pretende modernizarla y renovarla para mejor; la Educación se quiere extender desde los 0 años, una educación de calidad.

Lo que quería transmitir con el artículo no es hablar de todas las reformas que serían positivas para hacer progresar el sistema educativo español, sino criticar la medida que Aguirre pretende sacar adelante.

De todos modos, gracias por tu comentario y por tu crítica constructiva, se agrede mucho ;)

Alberto Ginel Saúl dijo...

Espero que no haya cámaras grabando ni ningún micrófono activado cuando diga esto: "estoy de acuerdo con Espe" (por primera vez y sin que sirva de precedente).

En ningún caso se ha hablado de volver a los tiempos de la torta o el reglazo sobre y contra los alumnos. No es lo mismo autoridad que autoritarismo.

Lo que se ha propuesto es algo natural, es algo que no es de izquierdas ni de derechas: se ha propuesto que el profesor, cuyo papel debemos ensalzar y dignificar todos aquellos que creemos en la educación como medio eficaz hacia la creación de una sociedad cívica activa y racional, cobre la categoría de "autoridad pública". Tienen esta categoría no sólo la policía, también un piloto de aviación civil o un capitán de barco a los que, por cuestiones obvias de interés general, no se puede importunar.

Me parece normal que un profesor tenga autoridad y esté protegido por el Estado como lo que es, una autoridad pública, para cuando se produzcan contra él episodios de acusado incivismo, grave irrespetuosidad o incluso de violencia física.

En las aulas se ven bastantes burradas, para qué engañarnos. Desde insultos a profesores (y en ocasiones algo más) a tanganas entre los propios alumnos.

El problema de la educación no se arregla con esta medida, pero se contribuye a ello. La escuela es un medio muy importante de socialización, un medio capital en el que se adquieren normas de convivencia pública de cara al futuro. Nuestros alumnos no deben aprender ahí que siendo irrespetuoso o incluso violento se es el más gracioso o el más popular del aula de castigados. Debe aprenderse que nuestros actos tienen consecuencias y que violando las normas del respeto básico, la convivencia se hace imposible, para perjuicio de absolutamente todos los integrantes de la sociedad.

Un saludo Carlos

Carlos Manzana dijo...

Estoy de acuerdo en que la figura del profesor debe de ser protegida ante las auténticas barbaridades que se han llegado a cometer sobre ellos.

Pero debemos analizar si realmente es necesario dotar a un profesor de "autoridad publica", ya que eso significa que tiene "presuncion de veracidad". Eso que quiere decir? pues quiere decir que, pensando mal, un profesor puede hacer la vida imposible a un alumno si le da la gana.

Yo estoy de acuerdo en que se combata ese trauma escolar de muchos profesionales de la enseñanza, pero creo que no es una buena medida, o que la medida es demasiado grandilocuente, es matar una mosca a cañonazos.

De todos modos, sigo pensando que quizá a corto plazo si que sea necesaria reforzar la figura del profesor para que este protegido ante una agresión y demás, cuando se demuestre que ha sido por parte de un alumno conflictivo, etc. Pero creo que es más eficiente tanto el debate de esta medida como el mejorar la pegagogía escolar y formación docente.